Buenos días.
Hace unos cuantos años, cuando empezó la maldita odisea hacia la nada que se ha dado en llamar "el procés", un antiguo líder político catalán, ya retirado de la vida activa pero nunca de la reflexión bastante atinada, propuso introducir una división nueva de los sujetos agentes y pacientes de todo el delirio que hemos vivido en este tiempo. Esa división nueva (que se suma, sin duda a otras muchas, incluida alguna que modestamente he creado yo mismo y de la que quizá diga algo un día de estos) establecía dos categorías: "mejoradores" y "empeoradores".
Hay que hacer notar, en primer lugar, que ambas categorías son transversales. Dicho de otro modo: aquí no hay colores. Hay mejoradores y empeoradores en todo el espectro horizontal desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, y hay mejoradores y empeoradores en todo el recorrido entre el centralismo más jacobino y el independentismo más radical. Porque no va de ideas, va de actitudes.
En la categoría de mejoradores están todas las personas, insisto, sean cuales sean sus ideas, que intentan aprovechar cualquier mínimo atisbo de acuerdo o punto de encuentro para intentar reducir todo el mal y el daño generado, en el caso que nos ocupa, por todo este tiempo de mentiras, extensión del odio, exacerbación de los peores instintos que forman parte de la complejidad de la naturaleza humana. Ahí han destacado personas que han propuesto vías de entendimiento, reconocimiento, reconciliación, buscando (a veces con acierto y a veces sin él) resolver o al menos atenuar los problemas.
Y en la de empeoradores forman, vuelvo a insistir que sin distinción de opciones, quienes cada día encuentran una razón para insultar, vejar, agredir, menospreciar, ofender, ahondar en una división que en muchos casos ellos mismos han creado. Ahí están los que han utilizado sin reparos cualquier cosa para atizar el fuego de un enfrentamiento civil porque creían que eso servía a sus propios fines y ya se sabe, para quien carece de principios el fin justifica todos los medios.
El "procés" ha sido posiblemente la crisis institucional más grave de nuestra democracia (que no quiere decir lo peor). Y ahora estamos viviendo la que probablemente sea la situación social y económica más dramática de nuestras vidas. Me temo que volvemos a ser susceptibles de clasificarnos en mejoradores y empeoradores. Y me temo, aún peor, que todo el mundo tenemos ratos en los que estamos en un lado y ratos en el que nos metemos en el otro. Incluido yo mismo, y puede que en cabeza.
Cuidaos mucho y ciudad de vuestra gente. Se os quiere.
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