Buenos días.
Algunos queridos amigos me hacen notar de vez en cuando, con cierta tristeza, que a menudo me refiero en este muro a España como "Caínlandia" o "la patria de Caín". A lo mejor creen que lo hago como una especie de esnobismo, algo para, como se decía antes, "épater le bourgeois" o jugar al "enfant terrible". Nada más lejos de la realidad.
Cuando hablo así de España lo hago con lástima y dolor, pero consciente de dos cosas. La primera es una realidad histórica que es difícil de negar, y que básicamente consiste en que España ha tenido cinco guerras civiles en los últimos trescientos años. La segunda es una mirada contemporánea en la que me basta mirar alrededor para que me surja una lágrima en el alma.
Hoy me pregunto si estamos predestinados a ello. Si la herencia que recibimos nos obliga a ello o si está a nuestro alcance la posibilidad de ser de otra manera. Si algún día seremos capaces de ver al que piensa diferente no como un enemigo de la patria o del pueblo (tenemos todas las versiones) al que hay que exterminar, sino como alguien que también persigue el bien común pero tiene una idea diferente de qué es y cómo alcanzarlo.
Mi fe es que la inmensa mayoría preferimos lo segundo. Mi duda es si no habrá quizá demasiada gente que ama tanto a Dios y a España que se gasta todo el amor y no le queda nada para amar ni a los hijos de Dios ni a sus compatriotas españoles. Yo por mi parte de verdad que lo intento. Pero es verdad que cuando supuestos amigos te dan de palos desde primera hora de la mañana no es fácil mantener la línea.
Cuidaos mucho y cuidad de vuestra gente.
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