martes, 5 de abril de 2022

5 de abril de 2020

 Buenos días.

Hoy es Domingo de Ramos. Más allá de las creencias de cada cual, de la fe mantenida, perdida o nunca tenida, seguramente esta es, junto con el día de Reyes, la festividad de tipo religioso que más evocadora nos resulta por el sentido cíclico que tiene en las vidas de la mayoría de nosotros. Difícil no acordarse de los días de Ramos de la infancia con nuestros padres, esperando con alegría la bendición de las palmas y las ramas de laurel, seguramente estrenando zapatos, y quizá también recordamos la misa más larga del año, tan larga que a mitad del Evangelio hasta nos dejaban sentarnos un ratito.

Luego para muchos de los que pasamos por aquí Ramos significó cargar furgonetas y quizá conducirlas hasta algún precioso paraje en el que, con frecuencia partiendo de la nada, en un par de días de curro muy intenso aparecían comedores, letrinas, cocinas, tiendas... Todo lo que sabemos de organizar lo aprendimos seguramente en aquellas acampadas de fortuna en las que con medios muy precarios éramos capaces de proporcionar unos días de vida en lo salvaje, pero muy digna, a unas cuantas docenas de chavales.

Más adelante los hijos nos convertimos en padres y le dimos continuidad al ciclo de la vida: nos tocó a nosotros ocuparnos de conseguir palmas y zapatos para nuestros hijos, transmitirles la emoción de la bendición, mantenerles razonablemente en calma en aquella misa inacabable. Ya también a muchos de nosotros nos ha tocado en su momento ver marchar a nuestros cachorros para devolver en otros lo que en su día les dimos.

La tradición. Siempre repetida pero levemente modificada en cada transición a la generación siguiente. Como hijos fuimos diferentes de los niños que un día fueron nuestros padres y nuestros hijos serán diferentes de nosotros. Como padres somos diferentes de los nuestros y seguramente si la vida nos hace ser abuelos seremos diferentes de nuestros abuelos y de los abuelos de nuestra manada.

Pero hay un hilo que no se rompe aunque cambie de color. Al final, quizás, eso de la vida consista la mayor parte del tiempo en construir en el presente ese mañana en el que entreguemos a los que nos siguen un mundo mejor que el que nos dieron. Ojalá seamos capaces.

Cuidaos mucho y cuidad de vuestra gente. Se os quiere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario