lunes, 18 de abril de 2022

18 de abril de 2020

Buenos días (hoy sin retrasos).

Cuando llegas el primer día a una facultad de Economía te explican dos cosas: 1) que la Economía estudia cómo asignamos recursos escasos a objetivos alternativos ilimitados (a esta definición clásica de lord Robbins si tenías la suerte de que te tocase Ernest como profe se le añadía "con el fin de que el mayor número posible de personas alcancen los niveles de bienestar más altos disponibles"; le mataron unos hijos de puta en el aparcamiento de su casa, pero quedamos unos cuantos que le recordamos y lo repetimos). Y 2) que hay que elegir entre dos fines opuestos (eso en pedantés se dice "hay un trade-off"), la eficiencia y la equidad: sólo puedes conseguir más eficiencia renunciando a alguna cantidad de equidad y sólo puedes conseguir más equidad renunciando a alguna cantidad de eficiencia.

Luego vas avanzando y te encuentras con profes que te ofrecen nuevas definiciones. Me gustan mucho dos: según David Ricardo estudiamos cómo se reparte el producto de una sociedad entre las personas que la forman, y según el gran José García Montalvo la Economía es una rama de la Psicología aplicada que estudia cómo nos comportamos los agentes en función de los incentivos a los que nos enfrentamos.

Y también alguien te cuenta que lo del "trade-off" equidad-eficiencia es una milonga salvo en los extremos: si sólo te preocupa la eficiencia desaparece la equidad y si sólo te preocupa la equidad desaparece la eficiencia. Fuera de los extremos más eficiencia genera equidad (es más fácil repartir si el pastel es más grande) y más equidad genera eficiencia (una sociedad que se percibe más justa funciona mucho mejor).

¿Todo este rollo por qué? Pues porque me toca mucho las narices que siempre planteemos las cosas en términos de "o esto o lo otro". Eso aquí es algo cultural y explica muy bien por qué las cosas casi nunca nos van bien del todo. En las sociedades que funcionan bien no hay ese dilema, porque piensan en términos de "más o menos de esto, más o menos de lo otro". Aquí somos muy del blanco-negro, y se confunde a menudo la búsqueda del acuerdo en la zona del gris con flojera o falta de principios. Y es cabalmente al revés: cuanto más sólidos son mis principios menos me cuesta ceder en cosas que no los comprometen. Sobre todo en la vida.

Cuidaos mucho y cuidad de vuestra gente. Se os quiere.

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