viernes, 1 de abril de 2022

1 de abril de 2020

Buenos días.

Se acaba el disgusto y empieza el duelo, que no es más que una forma inteligente que tiene nuestra mente de enseñarnos a vivir la vida de una manera diferente. Y además es el mismo mecanismo que cuando el hecho que desencadena el cambio es positivo: después de la celebración viene aprender nuevas costumbres y, exactamente igual que antes, empezar a vivir de otra forma.

Hay quien cree que la evolución estiró el cuello de las jirafas. La cosa es bastante diferente. Lo que hizo la evolución es que las jirafas más altas sobrevivieran cuando el alimento del suelo escaseó y sólo quedaron las ramas de los árboles. Los seres que tienen la capacidad de adaptarse a situaciones nuevas siguen adelante, y los que no la tienen se quedan atrás. No sé si somos conscientes de que lo que estamos viviendo significa empezar una vida nueva. Algunas cosas nunca volverán a ser como antes y quien no lo aprenda perderá el paso.

Por ejemplo, dentro de un rato voy a dar mis clases de los miércoles desde casa. Años diciendo que teníamos que pensar maneras nuevas de hacer las cosas, lo hemos ido dejando y dejando, y ahora en dos semanas lo hemos tenido que aprender a puñetazos, deprisa y mal. Normalmente bajo a clase con unas fichas súper esquemáticas, del tamaño de un cuarto de folio (creo que se llama DINA6). Yo con una ficha de esas y una pizarra enorme puedo dar 3 horas de clase. Ahora casi no me sirven para nada las fichas y evidentemente tampoco puedo tener en casa una pizarra de 10 metros de largo y 2 de alto para "por si vuelve a pasar". Estos días estoy echando de menos tener un ordenador como mandan los cánones pero, lo siento, seguiré haciendo los vídeos para la tele con el móvil.

Nos va a pasar lo mismo como sociedad. Nunca volveremos a ser como antes porque esta vivencia nos va a dejar huellas profundas. Habrá quien después de esto se descubra a sí mismo siendo más egoísta, más rabioso, más dispuesto a mentir, más capaz de usar sin ningún reparo hasta lo más sagrado para hacer daño o de alegrarse del mal ajeno. Pero en mi ingenuidad mantengo la esperanza en lo más humano, y lo más auténticamente humano es la solidaridad, la comprensión, la búsqueda de la verdad, la intención de hacer el bien por encima de todo y de compadecerse de quien sufre.

Aceptando de antemano las limitaciones y los malos momentos de todo el mundo (cómo no aceptar en los demás algo que yo tengo en cantidades industriales), pienso que nos crearon libres y por tanto cada cuál puede elegir. Hay quien ya lo ha hecho.

Cuidaos mucho y cuidad de vuestra gente. Se os quiere.

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