viernes, 8 de mayo de 2015
HORNAZO SALMANTINO
Cada vez que voy a Salamanca o que sé de alguien que va a ir por allí procuro hacerme con uno o dos hornazos. El hornazo es, por así decirlo, la versión salmantina de la empanada. Es una verdadera delicia, como tantos platos de lo que me gusta llamar cocina de pobres: esas cosas increíbles que aquí y allá nuestros antepasados se inventaron para aprovechar sobras de las que siempre hay por casa, en tiempos en los que habría resultado impensable tirar comida y en los que nunca faltaban en casa los productos del cerdo y la harina.
La verdad es que hacer un hornazo no tiene mayor complicación. Me voy a saltar la parte de la masa porque en cualquier página web podéis encontrarla. Es una simple masa de pan, levada una sola vez, vuelta a amasar y estirada. Yo la hago en casa porque me gusta que estas cosas queden con una apariencia irregular, pero si os da pereza las masas de empanada que venden en los supermercados dan bastante buen resultado. Cuando tengo la masa hecha la divido por la mitad, y estiro cada una de las dos mitades a rodillo. Luego corto cada parte nuevamente por la mitad de manera que tengo cuatro trozos, así que me salen dos hornazos.
Ya veis cómo queda. Ahora se trata de ponerle cosas encima. Empiezo con unas lonchas de lomo crudo. Por los bordes podéis ver en la foto que en este caso era del que se conserva ligeramente adobado en pimentón, pero no es necesario. Es el que tenía y ya está.
Encima del lomo va el jamón. No uséis para esto el mejor jamón, pero tampoco me seáis cutres con jamón en lonchas envasado al vacío. La ocasión merece comprar un centro de jamón sin hueso y cortarlo en casa, si puede ser mal cortado, un poco a lo basto, con cortes irregulares y de distintos tamaños. Y bueno, la cantidad la decide cada uno pero en fin, hay cosas con las que no ser generoso no siempre resulta buena idea,
Encima del jamón pongo un huevo cocido en rodajas. Como antes, se trata de cortarlo sin mucho cuidado. No queremos que parezca que nuestro hornazo lo ha hecho una máquina, ¿no? Y encima del huevo cocido añadimos chorizo. Ni muy fino ni muy grueso, rodajas de chorizo normales y corrientes cortadas a cuchillo. En este punto siempre hay dos opciones: dulce o picante. Personalmente soy un decidido partidario del chorizo picante para todo, pero ojo, porque va al horno y después pica más. Si hacéis dos hornazos siempre podéis darle a uno el toque suave y al otro el picante. No seáis tacaños pero tampoco os paséis porque si hay demasiado chorizo se come el sabor de todo lo demás. Así queda el hornazo con el chorizo:
Ya casi está. Ahora falta cubrir los dos hornazos con las dos piezas de masa que hemos dejado de lado desde el principio, retorcer los bordes y decorar. Más o menos queda esto:
Como se intuye por el brillo, ya lo hemos pintado, como se hace siempre con estas cosas, con huevo batido. El huevo entero, nada de filigranas ni chorradas de separar la clara de la yema y no sé qué. Lo pintamos bien, sin miedo. y al horno, precalentado y encendido por arriba y por abajo, sobre 180º y sin ventiladores de circulación de aire ni sofisticaciones. En cosa de 25 minutos más o menos estará hecho, pero en todo caso sacadlo cuando tenga ese colorcito dorado tan apetecible. Inmediatamente hay que ponerlo a enfriar encima de una rejilla. No creo que sea buena idea comerlo recién salido del horno, por lo menos a mí me gusta mucho más el sabor cuando se ha enfriado.
Y nada, ¡a disfrutar! No sin recordar, naturalmente, que esto no es exactamente una comida de régimen. Que ya se sabe con estas cosas: diez segundos en la boca y toda la vida en el culo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Bien explicado y bien rico el enlace
ResponderEliminarUn saludo