Como siempre he empezado por poner a calentar la cazuela de hierro con un par de cucharadas de aceite. Mientras tanto he cortado la cebolla en gajos finos y he chafado los dos ajos con el cuchillo. Cuando en aceite empieza a humear hay que echar la cebolla y el ajo y bajar el fuego a dos tercios de potencia o así.
Mientras la cebolla y el ajo se van haciendo salpimentamos el pollo. Con la sal no importa tanto, pero con la pimienta siempre molinillo. Poned sal y pimienta sin miedo, pero no os paséis.
Cuando la cebolla está transparente echamos el pollo en la cazuela, removemos bien para que se mezcle todo y dejamos que el pollo se haga un poco por fuera dándole de vez en cuando con la cuchara de madera.
Abrimos la botella de cava, la vaciamos en la cazuela y fuego a tope hasta que hierva. En ese momento añadimos las dos pastillas de caldo y las aceitunas bien escurridas, sin la salmuera de la lata. Bajamos el fuego justo hasta el límite del hervor y tapamos. Se deja así una hora o cosa parecida, se apaga y se deja tapado.
Al llegar a casa por la tarde encendemos el fuego debajo de la cazuela y lo hacemos hervir. Apagamos, servimos y a pasarlo bien.
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