jueves, 31 de marzo de 2022

31 de marzo de 2020

Buenos días.

El día que Mus llegó a casa nada más entrar se encontró con Arlín, ya muy viejecita y que abultaba la mitad que él. Arlín se acercó, se olieron un poco y de pronto Mus, con sus 40 kilazos, se aplastó completamente en el suelo frente a ella y no se movió hasta que ella le volvió a oler y se separó de él. Se convirtieron en inseparables, incluso cuando ella ya no podía ni caminar él hacía su vida pero de vez en cuando se acercaba a darle la lata un poco.

Unos meses después, un día al volver a casa Mus no me dejaba entrar. Me empujaba hacia la parte de atrás del jardín. Mosqueado le hice caso y fui adonde intentaba llevarme. Allí me encontré a Arlín, muertecita aunque aún no del todo fría. Me dolió mucho no haber podido acompañarla en su último viaje, pero supe que no había estado sola, que Mus había estado con ella.

Mus se marchó anoche a encontrarse con su amiga. Han sido dos semanas duras de verle cada vez más débil, apagándose poco a poco. Pero sin una queja, sin un mal gesto. Como se ha ido toda la gente de esta familia. Se ha ido conmigo a su lado acariciándole y diciéndole la verdad: que durante 14 años su presencia enorme ocupando toda la casa nos ha dado alegría y tranquilidad a todos aquí, que llegar y recibir en el pecho el golpe de sus patazas ha sido uno de los momentos especiales de cada día; que nunca podré agradecerle bastante que su nombre fuera la primera palabra que dijo Fernando, cuando nos decían que nunca podría hablar, y que no olvidaré que cuando he vuelto después de dejarle varios días solo jamás me ha demostrado otra cosa que alegría.

Como he dicho ya a algunas personas en privado, seguramente con la que está cayendo os parezca estúpido, y yo respetaré eso, pero no puedo decir otra cosa: estoy traspasado de dolor y tristeza. Para ellos somos sus dioses. Nos lo dan todo y no nos piden nada. Agradecen la caricia y la palabra y si saben que te han hecho enfadar sólo te miran esperando a que vuelvas a ponerles la mano en la cabeza.

Te voy a echar de menos, Mus, querido compañero.

Cuidaos mucho y cuidad de vuestra gente. Se os quiere.










miércoles, 30 de marzo de 2022

30 de marzo de 2020


Buenos días, buenas tardes ya.

Hoy no estoy yo muy como para dar ánimos, la verdad. El día se ha levantado gris, algunas buenas noticias que esperaba no han llegado y mis cachorros se han ido, como corresponde, a pasar esta semana con su madre. No hay ninguna preocupación en esto último: se que van a estar con ella como mínimo igual de bien que conmigo, tan seguros como aquí y con el mismo cariño y bienestar. Pero la verdad es que me lo paso bien con ellos, estamos bien juntos. Y además cuando están cocino como Dios manda, en cambio esta semana que voy a estar solo me temo que voy a ser un desastre desde el punto de vista alimentario.

Curiosamente, no me disgusta la soledad cuando la elijo yo. No soy un solitario, más bien todo lo contrario. Si algo me gusta es estar rodeado de gente en casa, en el trabajo, en todas partes. Pero eso no contradice que haya momentos en los que me apetece quedarme a solas conmigo mismo. A veces eso me permite desde poner orden en casa hasta dedicar tiempo a ese libro que no consigo acabar, o escribir y enviar esas cartas pendientes (señoras y señores, servidor sigue de vez en cuando cogiendo un mazo de folios y algo que escriba, preferentemente un pilot V7 aunque a veces también alguna de las plumas que heredé de Jose, y así pertrechado escribo unos misales de tres folios a dos caras que ríete tú de los que os pongo aquí), o escuchar en calma esa música que me gusta y que necesita quietud absoluta para disfrutarla bien.

O sencillamente pensar. Pensar en el sentido profundo de la palabra, en cosas a las que llevados por la inmediatez de lo cotidiano no tenemos casi nunca tiempo de dedicarles una reflexión concentrada. No vayáis a creer que eso signifique preocuparse por el ser y el no ser, quiénes somos de dónde venimos a dónde vamos, el destino de la Humanidad o cosas de esas. No, no, mi coco no da para tanto y menos desde que tiene el agujerito. Pero es que ni en las cosas más simples tenemos casi nunca tiempo para pensar.

Estos días hay mucha gente que está sola. Y no por elección, sino porque la vida les ha llevado ahí, sea porque lo han querido o porque así han ido las cosas. Tú que me estás leyendo seguramente no lo estás, pero quizá conoces a alguien que sí. Si ya se te ha ocurrido, estupendo. Y si no, ¿crees que a lo mejor puedes enviar un mensaje o hacer una llamada a un par de personas que sepas que están solas?

Cuidaos mucho y cuidad de vuestra gente. Se os quiere.

martes, 29 de marzo de 2022

29 de marzo de 2020

Buenos días.

Cuando Benedicto XVI visitó Auschwitz dijo algo así como "¿dónde estabas, Dios mío, cómo permitiste que esto ocurriera?" Como es un hombre de inmensa cultura quizás en aquel momento pudo recordar la respuesta que Brecht pone en boca de Galileo cuando, en el juicio que imagina, le preguntan dónde está Dios en su sistema. En la versión de Brecht Galileo responde: "¡en nosotros mismos o en ninguna parte!"

Salvo algunos a quienes conozco mucho, no sé quiénes sois creyentes y quienes no, ni en qué creéis quienes creéis. Yo soy creyente. Fui educado como católico y me siento cristiano. Tengo esperanza en la promesa de Dios, pero me interesa más el mensaje que me dejó (nos dejó, para quien quisiera seguirlo) su Hijo: amaos los unos a los otros y así sabrán que sois de los míos.

A veces me preguntan por qué creo. Creo porque si somos hijos del mismo Padre somos hermanos, y si somos hermanos somos iguales; y porque si expreso mi amor a Dios amando a mis hermanos y eso guía mi vida, quizás el mundo sea un poquito mejor. Por eso tengo conciencia de mis pecados y sé que hay muchos ateos que son mucho mejores cristianos que yo.

Dice Juan que a Dios nadie le ha visto nunca. No vemos a Dios mirando al cielo, sino mirando a todas y cada una de las personas, en ellas está Dios, ellas son Dios. Dijo Agustín de Hipona: ama y haz lo que quieras, porque todo lo que hagas por amor es un acto de Dios.

Poco importa en qué creéis. En estos días de angustia, de miedo, de momentos quizá de alguna desesperación, lo que nos va a dar más fuerza es amar, lo más potente que tenemos es el amor. Pero el amor a lo bestia, no a nuestros padres, hijos, hermanos, parejas; a toda la Humanidad y a cada ser humano. Somos cada día los autores de la obra de Dios en la tierra.

Perdonadme los que seáis muy ortodoxos si algo de lo que he escrito es una herejía o algo así. Es lo que siento esta mañana de domingo y suelo decir las cosas tal como las siento.

Cuidaos mucho y cuidad de vuestra gente. Se os quiere.

lunes, 28 de marzo de 2022

28 de marzo de 2020

Buenos días.

Esta mañana me ha pasado una cosa en la compra. Me he encontrado con alguien del pueblo con quien comparto muchas cosas pero con quien, los motivos no vienen al caso, hace tiempo hubo un distanciamiento fuerte. Desde entonces cada encuentro ha sido un momento de cierta tensión, saludos fríos, la cordialidad estrictamente necesaria para mantener la cortesía y poco más.

Hoy al vernos allí he notado que me subía la sonrisa, y aunque los dos íbamos medio enmascarados he podido ver en sus ojos que le ha pasado lo mismo. Nos hemos acercado, nos hemos dado el codo, nos hemos preguntado cómo van las cosas por casa (su madre es muy mayor y mis fieras tienen asma...) y yo a él por un papeleo con el que sé que está teniendo dificultades, y finalmente me ha dicho: "cuando todo esto pase tú y yo tenemos que hablar."

Soy intensito de serie, y además llegaba tocado porque esta mañana he oído por la radio esa canción de Love of Lesbian que empieza diciendo "Si salimos de ésta, te juro que no haré ni un gesto de emoción. Bastante duro ya ha sido como para darle encima la satisfacción." Allí mismo le he hecho el gesto de abrazarse y me he dado la vuelta porque no quería que me viera con los ojos húmedos.

Cuando salgamos de esta vamos a tener que hacernos muchas preguntas. Como si tiene sentido irse a dormir sin besar a la persona que amas por una discusión tonta durante la cena. O si es normal que nos cueste hablar con gente con la que hemos cavado zanjas (en algunos casos literalmente) durante décadas. O si hemos correspondido a todo el cariño que hemos recibido. O si nos hemos sentido mal, en vez de haber disfrutado, cuando hemos estado con alguien que sabe mucho de lo que sea. O si a veces al ofrecer cualquier cosa lo hacemos, aun sin querer, esperando algo a cambio. O si no habría sido mejor dormir un poco menos aquella noche, porque habríamos podido cantar una vez más eso de que lo importante es seguir luchando o eso otro de que voy a darme ese lujo por amor al arte, y mirar fijamente a alguien al rematar con lo de lo aprendí de ti.

Cuando salgamos de esta vamos a tener que ser muy inteligentes para acertar con las respuestas correctas, y actuar en consecuencia.

Cuidaos mucho y cuidad de vuestra gente. Se os quiere.

26 de marzo de 2020

 Buenos días.

¿Cómo estáis? No sé si os pasará lo mismo que a mí. Estoy un poco hasta las narices (seamos comedidos) de este encierro, pero a la vez estoy aprovechando para volver a descubrir el valor de ciertas cosas que a lo mejor en la vida normal se me habían escapado.

Por ejemplo, estoy dándole mucho más valor a la amistad. Quienes me conocen desde hace más tiempo saben que tiendo a ser cariñoso, soy mucho de besos y abrazos y tal. Y si alguien me dice que mejor no por supuesto que me modero, pero me cuesta.

Estos días estoy reencontrándome con el sentido profundo de la amistad. Para mí un amigo de verdad es un hermano elegido. Ojo que a mis hermanos de sangre les quiero hasta la adoración, eso es así. Pero mis amigos son hermanos elegidos. Los tengo de todos los colores y de todas las procedencias. Incluso en esta cosa he conocido a personas a las que nunca he visto en persona y que sé que el día que nos veamos nos saldrá de dentro un abrazo.

Con mis hermanos discutimos mucho. Somos un huevo de gente (y si ya sumamos parejas, hijos ya mayorcitos pues ni os cuento). Lo hacemos como lo hacen los hermanos y más allá, porque como dice el Loco, para qué discutir pudiendo pelear.

Aquí de vez en cuando la liamos también. Siempre que pasa eso pienso, y a veces lo escribo, que sólo es otra forma de decirnos que nos echamos de menos. No sé a cuántos os pasa, pero a mí sí: os echo muchísimo de menos, a cada cual de la manera que nació y creció nuestra amistad. Y tengo ganas de repetir estas broncas sentaditos a una mesa para que todas acaben siempre con risas.

Cuidaos mucho y cuidad a vuestra gente. Se os quiere.

domingo, 27 de marzo de 2022

27 de marzo de 2020

Buenos días.

Enfrente de la puerta de casa tengo un laurel. Lo planté hace como 15 años, era apenas una varilla de dos palmos con cuatro hojas y ahora es una esfera de sus buenos 3 metros de diámetro, porque nunca he querido podarlo para darle forma y crece libre, fuerte y vigoroso. Lo puse para tenerlo a mano si alguna vez me hacían César de algo, pero ha sido mucho más útil para preparar escabeches, vinagretas y estofados, que no sabéis lo que ganan en sabor cuando el laurel en vez de estar seco está recién cogido de su rama.

Hace unos días, ya encerrados, me di cuenta de que una de sus ramas estaba muerta. No había pasado nunca y me extrañó, así que me interesé por ello. Enseguida vi la razón: una minúscula enredadera se había enroscado en esa rama hasta matarla. Corté la rama muerta y eliminé la enredadera y ahí sigue el laurel como si nada hubiera pasado.

Aunque por alguna razón nos empeñamos en creer y decir lo contrario, somos una sociedad estupenda. Una sociedad en la que la inmensa mayoría simplemente trata de salir adelante en la vida lo mejor posible. En la que para casi todo el mundo es más importante lo que une que lo que separa, lo que nos hace iguales que lo que nos diferencia, y en la que vivimos la diversidad más como riqueza que como problema.

Eso no impide que de vez en cuando se nos enrosque una enredadera en alguna rama y la seque y la mate. Está en la libertad de cada cual ser rama del laurel o enredadera: elegir entre la verdad, la solidaridad, la unión, el respeto y el amor, por un lado, o la mentira, el egoísmo, la división, el menosprecio y el odio, por el otro. Yo ya sé en qué lado está toda la gente que pasa por aquí. Y también sé que no es fácil porque, para qué negar lo obvio, a mí me cuesta muchísimo.

Cuidaos mucho y cuidad de vuestra gente. Se os quiere.

viernes, 25 de marzo de 2022

25 de marzo de 2020

 Buenos días.

Por aquí no aparece el sol ni a puñetazos y eso, la verdad, no es lo mejor cuando tienes que estar medio encerrado. Aunque seguro que hay muchísima gente que está en condiciones bastante peores que las mías, de manera que dejaré que la empatía gane la baza y listos.

Eso de la empatía algunas veces no lo entendemos bien del todo ¿eh? Sobre todo a la hora de darla, porque cuando la necesitamos pedimos toda la largueza que no tenemos cuando son otros los que nos la piden.

Ayer mismo tuve otra vez un contraste de pareceres (captaréis la sutileza, espero) con alguien que no podía entender por qué no podía coger su monopatín y ponerse a dar barrigazos por ahí. A ver, si el problema no es ya que contactes o no contactes con alguien, es que si te cascas el tobillo tendremos que dedicarte un esfuerzo sanitario que me parece que nos hace más falta en otra parte.

También ayer supe que hay cantidad de sitios donde la gente desde las ventanas insulta a quienes ve por la calle. Es esa tendencia a la delación tan nuestra ¿verdad? Ves a un señor por la calle y no sabes si viene o va a del trabajo, o si es un sanitario, o si va a la compra o vuelve de tirar la basura. Ves a dos personas juntas por la calle y no sabes si una de ellas es una persona dependiente, sea por edad o por alguna discapacidad. Pero lo nuestro no es sentirnos bien haciendo lo que debemos, lo nuestro es sentirnos mejores que el otro gritándole si nos imaginamos que lo está haciendo mal. Donde yo vivo eso no pasa porque nos conocemos tothom, pero en sitios más grandes...

Empatía. Haz lo que debes. Atiende las indicaciones de las autoridades, que lo harán bien o mal pero es su deber y su responsabilidad decirnos ahora lo que hemos de hacer. Pregúntate dos veces antes de decidir que lo que vas a hacer no le afecta a nadie y también antes de arrogarte el derecho de juzgar lo que hacen los demás sin saber nada de ellos.

Qué difícil es intentar ser como hay que ser, joder.

Cuidaos mucho y cuidad de vuestra gente. Se os quiere.

jueves, 24 de marzo de 2022

24 de marzo de 2020

Buenos días.

Hay una canción de Serrat, creo que de las menos conocidas pero para mí de las más bonitas, que empieza así: "De vez en cuando la vida nos besa en la boca..." Es verdad. De vez en cuando la vida nos pone en situaciones que nos hacen felices por el simple hecho de vivirlas.

Pero también es verdad que algunas veces tiene una forma extraña de hacerlo: la de darnos la oportunidad de demostrar quienes somos y lo que llevamos dentro. Lo difícil, lo duro, lo exigente, momentos como el que estamos compartiendo, también son escenarios para una felicidad concreta: la de demostrarnos cada cual a sí mismo, y a los demás, de qué clase de material está hecha nuestra alma.

Es por eso que en estos días estamos viendo lo mejor, pero también lo peor, de nosotros mismos y de quienes nos rodean. Desde la calma serena del que está en su casa o el heroísmo sencillo de quienes están en primera línea hasta la miseria moral del que está aprovechando para sacar fuera todo el rencor, todo el revanchismo, todo el odio y toda la bajeza que tiene dentro. Si de tu boca sale amor será porque estás lleno de amor, si de tu boca sale mierda (perdonad) es porque estás lleno de mierda.

Yo sé quienes son mis amigos y mis amigos saben quien soy yo. Nunca el odio ha servido para hacer crecer nada bueno ni nuevo. Es el amor, el amor intenso, el amor profundo, el amor tal como se lo cuenta Pablo a los corintios, el que hace que el mundo se encamine poco a poco, con dificultad, titubeando pero con una meta clara, hacia el Bien.

Cuidaos mucho y cuidad a vuestra gente. Se os quiere.

23 de marzo de 2020

Buenos días. Vamos a intentar seguir contando alguna cosa que haga pensar un poco, si puede ser en positivo.

Ayer por la tarde estuve viendo una película ya un poco viejuna, de 2002, que se tituló aquí "Cuando éramos soldados". Es una dramatización de la primera batalla seria de la guerra del Vietnam, la del valle de la Drang. La película estará mejor o peor hecha, no entiendo de cine, pero tiene algún momento de esos que al menos a mí me ponen los pelos de punta.

A la casa del teniente coronel Moore, que mandaba el batallón que protagonizó la batalla, llega un taxista con un telegrama y le abre la puerta la esposa. Ella le mete una bronca del 15 con remolque, porque el telegrama no era para ella, simplemente el taxista quería preguntar porque no encontraba la dirección de la destinataria, pero el susto que le ha dado a ella es fácil de entender. El taxista se da la vuelta y le dice, triste: "Señora, a mí no me gusta hacer esto, pero es mi trabajo".

La señora Moore entonces le dice: "Deme el telegrama. Y a partir de ahora todos los que lleguen me los trae a mí, yo los repartiré." Y así lo hace a medida que van llegando.

Mirad. Desgraciadamente estas semanas a muchas familias les están y les van a seguir dando noticias como la del telegrama de la peli.

No nos han pedido que vayamos a la otra punta del mundo a defender la civilización occidental o algo así, ¿verdad? Sólo nos han pedido que nos quedemos en casa para defender las vidas de nuestros vecinos.

Por favor, cuidaos mucho porque así nos cuidáis a todos. Se os quiere.