viernes, 28 de marzo de 2014

Sin origen ni destino

Todo está ahí, en las curvas de un viaje
sin origen ni destino
en el que todo el camino tiene texturas
de tramas etéreas y confusas que enmarcan
luces de plomo y carrasca seca.

Si quieres podemos decirlo a tu manera: cualquiera
comprende que una piedra sin marcas
no es más que un hito leve y casi liviano
en el desespero profundo del cautivo
que anhela, sin odios, el canto dulce de tu nombre.

Te veré, sí, te veré con mis dedos, te oleré
con mis ojos y te miraré con mis labios.
Porque nadie sino yo conoce
el desatino feroz de los jilgueros
que alborotan las agujas de los pinos.

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