martes, 16 de febrero de 2010

Imbéciles (1)

Andaban ciertos amigos míos, soberanistas o abiertamente independentistas, un poco preocupados. Resulta que por primera vez, después de mucho tiempo, se veían a sí mismos, con sorpresa, sintiendo como propio algo de España, vibrando, madre mía, vibrando, sí, con algo que lleva el nombre de España. Sí, bueno, se me podrá decir que a lo mejor emocionarse viendo a un grupo de 11 tíos persiguiendo un balón en calzoncillos y camiseta no es como para que podamos pensar que la llama de la Patria ha vuelto a prender en el corazón de mis amigos.

Puede ser. Pero lo cierto es que para unos cuantos millones de españoles lo más parecido a la emoción patriótica que les ha sido dado sentir, en esta España bajuna y chabacana que entre todos hemos ido construyendo, es justamente la alegría de ver cómo las selecciones nacionales, y especialmente la de fútbol, por fin han cambiado el viejo lema de “jugamos como nunca y perdimos como siempre” por el de “jugamos como nadie y ganamos como nunca”.


A todo eso han contribuido un grito y un nombre. Porque al grito de “¡podemos!” todos hemos cantado los triunfos de “la roja”. Esas personas de las que hablo, compañeros de trabajo pero además amigos de sobremesa y mucho más allá, nunca habían comentado un buen o mal partido de España con más énfasis que pondrían al comentar otro de Francia o Alemania, salvo por la presencia de algún jugador del Barça. Pero de pronto todo había cambiado. La selección española ya no era algo ajeno; de repente ese equipo y esos colores eran algo por lo que valía la pena saltar, cantar, gritar… ¡Podemos! Sí, y la selección ya no era ese equipo al que se miraba con frialdad. La selección se había convertido en “la roja”, no, mejor ¡¡¡LA ROJA!!! Y la sentían como suya.


Mis compañeros ya no están preocupados. Un grupo de imbéciles, de estos que tienen el monopolio de la Patria, han decidido que era mejor volver a dejar fuera de ella a mis amigos. Con toda la maldita fuerza de internet ya están en marcha iniciativas que nos dicen lo malo que es llamar “la roja” a la selección de todos. Pero claro, es que no es de todos. Es suya. La quieren sólo para ellos. Como a España. O amas a España como ellos quieren o no vale. Era malísimo que unos cuantos cientos de miles de personas a las que España se les daba una higa hubieran empezado a alegrarse de esos triunfos. ¿Te imaginas qué putada, todo de catalanistas separatistas, votantes declarados de Esquerra, clavados delante de la tele pegando botes antes las hazañas de los Puyol, Xavi, Iniesta, pero también los Casillas, Sergio Ramos, Cazorla, Villa y demás? ¡Nooooo! Antes rota que roja ¿comprendes, lector?


Si un día España se rompe del todo, espero que quede entre nosotros alguien con los arrestos suficientes para ir a buscar uno por uno a todos estos imbéciles que tienen la exclusiva del patriotismo y agradecerles, insisto, uno por uno, sus esfuerzos para expulsar del sentimiento compartido a tantos y tantos españoles. Y agradecérselo como Dios no manda, o sea, de la única manera posible: con una buena sarta de patadas justamente en el centro exacto de la bisectriz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario