miércoles, 7 de octubre de 2009
¡A por el 15%!
Esta mañana discutíamos en clase la política económica con que entre 1983 y 1985 el primer gobierno socialista, presidido por Felipe González y con Miguel Boyer en Economía y Hacienda, le dio a España el empujón necesario para salir de la profunda crisis económica que padecíamos prácticamente desde la muerte de Franco. Comentábamos que el triunfo en la lucha contra la inflación –que en unos tres años se redujo del 15% al 8%, más o menos–, mediante una política monetaria durísima y un fuerte ajuste de los costes laborales conseguida mediante una fuerte destrucción de empleo. En cualquier economía moderna, como la nuestra, funcionan los llamados “estabilizadores automáticos”: siempre que aumenta el paro aparece un déficit público anticíclico independiente de cualquier decisión política. Menos gente trabajando quiere decir menos recaudación por IRPF y por IVA, y más gasto en protección a los parados; y todo ello sin necesidad, insisto, de tomar decisión alguna. Ocurre sin más, aparece ese déficit transitorio, anticíclico y espontáneo, y por eso se habla de estabilizadores automáticos. De manera que, decíamos a eso de las 11.35, el aumento del paro había implicado un déficit público coyuntural que se sumaba al entonces permanente déficit estructural de la economía española. De pronto he caído en la cuenta de algo. Estos son los primeros alumnos en dos lustros para quienes el déficit público no es un fenómeno extraño y desconocido de los libros de teoría económica o de historia sino algo real, y ellos mismos son los primeros sorprendidos, porque desde que empezaron a estudiar, hace unos tres años, nunca habían visto el déficit público como un problema para el presente… y para el futuro. Y claro, de ahí a preguntarnos por las previsiones del FMI para el año 2010 solo había que dar un paso. El (des)gobierno que disfrutamos dice que podemos llegar al 10% del PIB, lo cual seguramente significa, a la vista de la experiencia, que ya lo hemos superado. Da miedo verles en esas ruedas de prensa dando números e imaginarse cómo serán los de verdad, los que no se enseñan en público. El FMI vaticina un 12%, lo que permite apostar sin demasiado riesgo por una cifra alrededor del 15%. Porque hay algo que nadie “con galones” ha salido a explicar. Lo que nos pasará el año que viene, en el mejor de los casos, es que se moderará la destrucción de empleo. Que no está mal, o incluso está muy bien; pero no significa que se reduzca el paro, sino que aunque sea más despacio en todo caso crecerá, y con el paro siempre crece el déficit. Así que, se diga lo que se diga y desde donde se diga, llegaremos a saberlo o seremos víctimas de otro apagón estadístico que dejará pequeño al de 1996-2004. Pero allá vamos, cuesta abajo y sin frenos, a batir un nuevo récord: ¡a por el 15% de déficit público!
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¿CÓMO HABLA DIOS?.Si el universo es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?
ResponderEliminarErasmus Darwin era un deísta: creía que Dios había creado el mundo y sus leyes naturales, pero que luego se había retirado para no volver a intervenir jamás.
Un cálido día de verano, apenas seis meses después de que empezara el nuevo milenio, la humanidad cruzó un puente hacia una nueva era trascendental. Un anuncio transmitido por todo el mundo, destacado en casi todos los periódicos importantes, pregonaba a los cuatro vientos que se había creado el primer borrador del genoma humano, nuestro propio libro de instrucciones. El genoma humano consiste en todo el ADN de nuestra especie, el código hereditario de la vida. Este texto recién
revelado tenía una longitud de tres mil millones de letras, y estaba escrito en un extraño y criptográfico código de cuatro
letras. Tal es la sorprendente complejidad de la información contenida dentro de cada célula del cuerpo humano que la lectura de ese código a una velocidad de una letra por segundo llevaría treinta y un años, aun leyendo de día y de noche. Si se imprimieran todas esas letras a tamaño normal, en papel de carta normal, y se encuadernara todo, resultaría en una torre de la altura del monumento a Washington. Por primera vez en esa mañana de verano, este extraordinario guión, con todas las instrucciones para construir un ser humano, quedó a disposición de todo el mundo.
Algunos aspectos del proceso madurativo del cerebro son expresión directa del código genético.Un ejemplo podría ser la conexión entre las neuronas implicadas en el circuito que incita y coordina la succión, cuyo establecimiento previo al nacimiento es necesario para que el bebé pueda alimentarse al nacer.