domingo, 22 de abril de 2018

BERENJENAS AL PARMESANO


Las berenjenas me gustan de todas las maneras menos crudas. De hecho las he comido alguna vez marinadas en una especie de escabeche frío y oye, pues también. Esta receta es un clásico de cualquier restaurante italiano que se precie, aunque en algunos le ponen mozzarella, que es ese queso que queda bien en las pizzas porque hace que se pegue todo, pero que sabor, lo que se dice sabor, yo diría que tiene más bien poco.

Las berenjenas al parmesano no son de Parma. Hay discusión sobre si son de Nápoles, de la Toscana, de Sicilia... pero no son de Parma. Del sur de Italia, claro que sí. Y ya vale de teorías.

Para hacerlas he usado un bote de cristal de salsa de tomate, de los de 550 g., un diente de ajo, media cebolla, 5 berenjenas hermosas (recordad que para saber que una berenjena está como Dios manda ha de parecernos sorprendentemente pesada con respecto a su tamaño), una buena cantidad de queso estilo parmesano rallado (pero si no sois millonarios no lo hagáis con parmesano de verdad), albahaca o cilantro seco, vino blanco (luego os diré cuánto), sal y aceite y ya está.

Vais a empezar por encender el horno a 180º arriba y abajo. Y por preparar una salsa de tomate normalita: ralláis la cebolla y el ajo lo más fino que podáis, los ponéis en un poquito de aceite que esté bien caliente y dejáis que se hagan a fuego medio, y cuando cogen color añadís el tomate y removéis. Un ratito después ponéis una cucharada de cilantro o albahaca secos y el vino. La cantidad de vino que necesitáis es exactamente... la que os haga falta para enjuagar con ella el bote del tomate y que quede limpio. Y ya lo ponéis en ese punto de fuego en el que parece que quiere hervir pero le falta fuerza y ya está.


Con esto en marcha ya podéis cortar las berenjenas en rodajas o láminas de más o menos 1/2 cm de grosor. Antes lo hacía siempre en láminas pero es un poco rollo, y además esto es comida casera, amiguitos, y en las casas normales no hay mandolina. Quedan así:


Esto hay que hacerlo deprisita porque en seguida hay que ponerlas en una bandeja con sal y aceite en las capas que haga falta, salando y poniendo chorrito de aceite en cada capa. 


Como el horno ya está caliente metéis la bandeja dentro, cosa de media hora, y os vais a ver la tele o yo qué sé. Pasada la media hora las de arriba estarán un poco tostadas y todas estarán blandas, por cierto de una manera más sana que con la receta tradicional, que consiste en freírlas y escurrirlas en papel de cocina.


Si tenéis hambre os las coméis así y fin de la historia. Pero a lo mejor queréis terminar el plato. Pues vale. En una lata para horno ponéis una capa de berenjena, la pintáis ligeramente con salsa de tomate (esto en pedantés se llama "napar", pero las personas normales lo que hacemos es pintarlas ligeramente). O sea: no queremos que naden en tomate, sólo que tengan sabor ¿vale? Y a continuación espolvoreáis con el parmesano como si estuvierais echando sal y se os hubiera ido un poco la olla. Ved:


Ya sólo hay que ir repitiendo los mismos pasos: capa de berenjenas, pintadita de salsa y queso rallado encima. En la última capa yo pongo más tomate, y así cuando las meto en el horno va escurriéndose hacia abajo. Y después del queso echo un chorrito de aceite para que quede un poco gratinado.


Lo meto en el horno media hora más y cuando sale tiene esta pinta. Sólo hay una pequeña dificultad: durante las dos horas siguientes la casa huele de ma-ra-vi-lla.


Comedlo al día siguiente. Sí, recalentado. Sí, si conviene en el microondas. Ya diréis.

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