jueves, 14 de julio de 2016

ACLARANDO CONCEPTOS PARA LA INVESTIDURA

Hay días en los que a uno se le calienta la tecla -sería muy cínico no reconocer que soy de gatillo fácil- y otros en los que te lo ponen a huevo. En estas semanas post-electorales las ocasiones para echar las patas al aire han sido muchas, pero lo de estos días está siendo como para montarse en Babieca lanza en ristre, picar espuelas y no parar hasta Tánger.
Primero está la memez esa de que todas las opiniones son respetables. Respetables mis cojones. Cuando una opinión es execrable en sí misma o es incompatible con la realidad no es respetable. Por ejemplo, si usted opina que exterminar a judíos, gitanos y homosexuales fue una política correcta, por mi casa ni se acerque. Por ejemplo, si usted opina que el pasado 30 de febrero (sic) pasó algo, no cuente conmigo ni para hablar de qué calor está haciendo este verano. Como tiendo a ser civilizado, bien que con algún esfuerzo, puedo respetar a quien opine cualquier cosa en tanto que persona. Con algún esfuerzo.
Desde el 26-J vuelve a haber una confluencia astral parecida a la de los primeros días de marzo. Por un lado tenemos a los del PP, que en marzo votaron NO a una investidura que sumaba 131 escaños, sólo seis menos que los que ahora tienen ellos mismos, y que le piden al PSOE que se abstenga por sentido de la responsabilidad, supongo que el mismo que ellos mostraron entonces. A estos soy capaz de entenderles: después de todo se jugaban el chiringuito. Al otro lado, en una perfecta reedición del pacto del tendedero, los que en marzo se aliaron con el PP y votaron también NO ahora le dicen al PSOE que ellos siempre han querido un gobierno de progreso y que el balón está en el tejado socialista y que a ver qué hacemos.
Luego está ese sector de la prensa que tiene como unidad de destino vivir bien alimentado, cargando una y otra vez sobre el PSOE la responsabilidad de unas hipotéticas terceras elecciones en caso de no abstenerse. Ya dudo hasta de mí mismo: ¿se ha hecho en el Congreso un sorteo en virtud del cual, entre la docena de fuerzas políticas que hay en el Parlamento, le ha salido al PSOE el boleto de abstenerse? ¿Por qué no se le exige lo mismo al PNV, a CDC, a C's, a Bildu, a ERC, a CC...? Entre estas fuerzas hay algunas que claramente son mucho no, muchísimo más próximas al PP que el PSOE.
¿Puedo recordar algunas cosas? En su momento se comentó aquí, con documentos demostrativos -ya, joder, quién se lee un programa electoral o un pacto de gobierno y los analiza en detalle pudiendo repetir media docena de lemas publicitarios bien aprendidos- que el PSOE y C's alcanzaron un pacto de gobierno con 200 medidas concretas, de las que al menos 140 eran parecidas o similares a medidas incluidas en el programa electoral de Podemos. Ante esa evidencia Podemos sólo tenía dos opciones: o se sumaba a un pacto que en un 70% recogía, si se quiere con matices, lo mejor de su programa electoral o diseñaba una condición que desde el principio fuera inaceptable tanto para el PSOE como para C's
Y ahí apareció ("somos la sonrisa del destino, Pedro") el carácter irrenunciable (otra vez sic) del referéndum de autodeterminación de Cataluña. Y como el objetivo era por un lado mantener a la derecha en el poder (recordemos la estrategia anguitiana de "cuanto peor mejor", que llevó a Aznar a la Moncloa) y por otro aniquilar al PSOE, se cumplió lo acordado con Mariano y los suyos y se acabó la investidura.
Mientras tanto se ha convertido el Congreso en un circo que habría dirigido con excelencia Mercedes Milá, y que hay que reconocer que un tipo tan normal como Patxi López ha sido incapaz de controlar. Desde innovaciones en la toma de posesión, puro teatro cara a la galería porque si el diputado no ha firmado el impreso con la fórmula correcta no asume el puesto, hasta insinuaciones amorosas ("ya sólo quedamos tú y yo, Pedro"), pasando por picos entre diputados, niños mamando en el hemiciclo pero con la nani ecuatoriana a punto para hacerse cargo en cuanto marchen las cámaras y diputados ecologistas yendo en metro hasta dos paradas del Congreso y cogiendo allí unas bicis para salir en el telediario llegando a San Jerónimo montados en ellas.
Días antes de las elecciones Iglesias Turrión decía que si el PSOE les quedaba por delante apoyarían un gobierno de progreso. Al día siguiente Echenique dijo que eso ni de coña. Desde entonces hemos visto a diario cambios de opinión al respecto. ¿Y qué? Si se puede pasar en siete meses de marxista-leninista-trotskista-chavista-cheguevarista a socialdemócrata semiliberal estilo danés, si se puede pasar de cerrar campaña con Vetusta Morla a cerrar la noche electoral con Quilapayún, si se puede pasar de gritar airado "¡tenéis las manos manchadas de cal viva!" a susurrar dulcemente "no te equivoques, Pedro, yo no soy el enemigo", ¿por qué no se va a pasar de decir "sí" los días pares a decir "no" los días impares y "me lo tengo que pensar" los días de viento o luna llena?
Puestos a pedirle a alguien que se abstenga para que el PP gobierne, lo más lógico es pedírselo primero a sus hermanos ideológicos, y segundo a sus aliados estratégicos de marzo. Pedírselo al PSOE es de una inconsistencia intelectual que desanima. Y puestos a decir que es posible un gobierno de progreso, lo más lógico era haberlo apoyado, incluso críticamente, cuando el partido llamado a dirigirlo era mucho más fuerte y la derecha mucho más débil.
Yo lo siento sobre todo por los votantes de Podemos. Por toda esa gente que de buena fe creyó en una esperanza. Por todos los que con ilusión llevaron a la urna una papeleta nueva de la que esperaban algo también nuevo. Por los antiguos votantes socialistas que imaginaron ver nacer algo como el PSOE de los 70, un PSOE que por cierto fue muy útil entonces pero ahora no serviría para nada. Por los que intentan sin éxito y con desazón justificarse a sí mismos que Podemos vota sistemáticamente con la extrema derecha xenófoba en Bruselas. Por los que incluso después de la comedia de estos meses (y sois un millón y cuarto menos que en diciembre, recordémoslo, porque Podemos ha perdido en seis meses los mismos votos que el PSOE en cinco años, tras gobernar la primera mitad de la peor crisis de la historia) le disteis una oportunidad a unos que hace cuatro días gritaban que el Congreso no les representaba.
Tiene que joder mucho haber votado a Podemos pensando que era lo más rojo que había a mano y descubrir que tu voto sirve para mantener al PP en la Moncloa. Prueba conseguida. Pasamos a la siguiente pregunta.