miércoles, 18 de noviembre de 2009

Alakrana

Lo primero es lo primero: me alegro un montón, lo que se dice un montón, de que todos los arrantzales, mariñeiros y pescadores del Alakrana estén libres y naveguen rumbo a las Seychelles para volar luego al encuentro de sus familias. (Por cierto: el tono de ayer del presidente Rodríguez al anunciar la noticia, ¿no recordaba un poco a aquel "con viento de levante" del ministro Trillo cuando lo de Perejil?)

Ahora toca preguntarse muchas cosas:

1) ¿Por qué un barco que ha recibido tres avisos, tres, de los buques de la operación Atalanta, sigue faenando fuera de la zona de protección establecida?

Ya se me dirá que claro, que los pescadores quieren ganar más, y tenéis razón (y ellos). Son gente a la que se paga un fijo de menos de 1000 mortadelos al mes y una especie de bonus en función de las capturas, así que cómo no van a querer ganar más. Pero... Pero la operación Atalanta nos cuesta la broma de un millón de euros al día. Y ese millón lo pagamos para garantizar la seguridad de los pescadores. Si por ganar unos euros más convierten en inútil el dispositivo de protección igual estamos haciendo el canelo. Todos.

2) ¿Quién ha pagado el rescate? ¿Las familias, el armador, el Gobierno, las cajas B del Estado? ¿Son 2,3 millones, 2,7 ó 3,2? ¿Somos conscientes de que tal como están las cosas en Somalia con eso se financian quince o veinte secuestros?

Humanamente es comprensible que se haya hecho todo lo posible para lograr la liberación de los secuestrados pero es inevitable recordar que en España, está vigente el artículo 404 del Código Penal, que define la prevaricación como el delito que comete el funcionario o autoridad que toma a sabiendas una resolución contraria a la Ley. ¿Quién ha ordenado el pago del rescate?

3) ¿Se va a perseguir a los secuestradores? Uno esperaría como mínimo algún tipo de acción punitiva, no sé si mediante la aplicación de la fuerza militar o por otros medios. No sé si hay que enviar a la infantería de Marina o pagar a mercenarios para que hagan un escarmiento, pero algo habría que hacer.

Lo que no es aceptable de ninguna de las maneras es que haya ahora mismo 63 personas (y sus jefes, y los abogados que tramitan el rescate, y qué se yo quién más) partiéndose el alma de risa mientras se distribuyen el lucro de su acción criminal, y pensando, después de todo, que existe al menos un país cuyos pesqueros pueden ser asaltados con buenas probabilidades de rentabilizar la acción.

4) Y por último, ¿quién ha dirigido la acción del Estado en este asunto? El espectáculo de informes de la inteligencia naval, contrainformes del CNI, que si han mandado traer a los dos capturados los jueces, los fiscales, el comandante de la fragata (este, seguro que no), la ministra de Defensa, el presidente Rodríguez o el conserje del Senado, la supuesta unanimidad de las decisiones (todos sabemos en qué consiste la unanimidad en los sistemas tan presidencialistas como el nuestro)...

Va, venga, por favor: ¿quién ha metido la pata? Que no pasa nada: se sale, se dice eso de "como la he pifiado ofrezco mi renuncia" y se conserva la dignidad, y las posibilidades de volver a tener responsabilidades públicas en el futuro. Porque la dignidad no inhabilita; lo que inhabilita para esto, y para todo, es la dignidad.

Pero abunda tan poco...